Un sector decidido a resistir

Alentados por los buenos datos del ya lejano 2019, recordemos que la restauración de marca facturó más de 7.000 millones de euros, dimos la bienvenida a 2020 con la esperanza fundada de que se superarían esas cifras y que nuestra industria consolidaría su posición en la economía española. Con un consumo interno sostenido y un turismo en vigoroso ascenso, había razones para brindar por el nuevo año.

Nada hacía suponer que a comienzos de marzo se declararía una pandemia mundial y que nuestro sector sería uno de los más golpeados como consecuencia de su desarrollo y gestión. Desde el primer día del estricto confinamiento, que se prolongaría durante tres meses, empezamos a sufrir su zarpazo en nuestras empresas. Tras el cierre por decreto llegó la reapertura y comprobamos que muchas persianas no se levantarían más. Quienes retomaron la actividad tuvieron que hacer fuertes inversiones para formar y equipar a los empleados y adaptar los locales para que fueran espacios seguros para todos de acuerdo con una rigurosa normativa. La restauración abría con duras restricciones, que aún hoy siguen, como limitación de aforos. Un ingente esfuerzo económico y humano que la restauración de marca afrontó con responsabilidad y sin reserva alguna.

Ni que decir tiene que, a tenor de cómo evolucionaba la pandemia, se cumplieron las previsiones más pesimistas de la industria hostelera en su conjunto: la restauración de marca cierra con un decrecimiento superior al 50% del 32% de sus empresas y del 16% en casi la otra mitad de las Marcas de Restauración.

En cuanto a previsiones para este 2021, mientras el 42% de las marcas esperan un crecimiento entre el 5% y el 10%, más de la mitad de las empresas restantes prevén un decrecimiento superior al 10%.

Pero si la realidad que se muestra a los ojos de todos es preocupante, las previsiones de futuro son aún más inquietantes para nuestras empresas. Por un lado, se sienten zarandeadas por el baile legislativo de las tres Administraciones que aprueban medidas descoordinadas, nada proporcionadas y del todo volátiles de forma que les resulta imposible tomar decisiones y planificar incluso a corto plazo. Operan sometidas a una altísima presión y acosadas por restricciones que hacen inviable hasta la más voluntariosa actividad económica. En no pocos casos, nuestro sector se ha sentido demonizado, como si fuera el causante de la persistencia de los contagios y de sus sucesivas olas. Demonización no sólo injusta, sino contraria a toda evidencia. Descargar sobre nuestro sector el fracaso de las medidas anticovid resulta para quienes buscan culpables en vez de soluciones.

Alzar la voz

Ante este panorama, y teniendo en cuenta los costes fijos de nuestros negocios y sus ajustados márgenes, a nadie debe extrañar que el sector de la hostelería y de la restauración de marca alce la voz para denunciar que las medidas de apoyo por parte de las Administraciones son insuficientes y llegan tarde, sobre todo para miles de negocios que han sucumbido ya. Resulta sonrojante comprobar que España es la única de entre las cinco grandes economías europeas que no ofrece subvenciones y estímulos fiscales para ayudar a la hostelería, o mejor, compensarla mientras esté intervenida. Así, los gobiernos de Francia, Italia, Alemania, Países Bajos, Rumanía, Bélgica y Luxemburgo, además del de Gran Bretaña, han incluido en sus planes ayudas directas a fondo perdido y algunos han ido más allá rebajando el IVA o aprobando bonos para estimular el consumo entre sus ciudadanos.

Medidas de apoyo

Las perspectivas que se abren ante este 2021 recién estrenado no son más halagüeñas, al menos hasta el verano y si la campaña de vacunación mantiene buen ritmo. Desde Marcas de Restauración hacemos hincapié en la necesidad de establecer un marco normativo coherente y una coordinación mínima entre las comunidades autónomas. Somos un sector que tiene por costumbre no pedir nada, salvo que nos dejen trabajar, crear riqueza, generar empleo y pagar los impuestos pertinentes. Ahora bien, si las administraciones juzgan que debemos echar el cierre, es de justicia que a cambio articulen medidas de apoyo, ya sean mediante subvenciones, créditos o rebajas fiscales acorde a la excepcionalidad de la situación. Lo que no cabe es que nos impongan unas condiciones ruinosas y nos exijan las mismas obligaciones.

Nos quedan por delante meses duros. El arranque de 2021, pese al moderado optimismo que suscitó la puesta en marcha de la vacunación, no mejora las expectativas, pero mientras tanto, nuestro sector seguirá puesto a prueba para dar lo mejor de sí mismo y demostrar la capacidad de resiliencia, la flexibilidad y la agilidad para sortear las dificultades. Se trata, en suma, de sobrevivir.

Vía: Restauración News

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